
Lo digo porque la entrega del martes sobre la tonadillera se acercó mucho a un híbrido entre esperpento y bufonada, con pruebas a medias, investigación de detective mediocre y, eso sí, grandes dosis de una dialéctica tan violenta como rancia entre los que se sentaban en las bancadas que flanquean al presentador. Insulto va, insulto viene y a ver quién es el que chilla más alto. Cansan.
Así pues, y de confirmarse el tema, si no queríamos taza, taza y media. Lo de este país empieza a ser preocupante, créanme.
Arturo Roa
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