
Hijos que no se hablan con sus madres, hermanos separados por peleas sin sentido, matrimonios rotos en mil pedazos por comportamientos absurdos... Siempre me he preguntado si cada historia de las que aparecen en “El diario” es rigurosamente cierta o si entra, de alguna manera, el photosop de la hipérbole para dar mayor empaque al conjunto.
En todo caso, funciona. Y creo que por dos motivos fundamentales: una parte de la audiencia se ve reflejada, siquiera de refilón, con las historias que escupe el televisor. La otra, simplemente se siente reconfortada porque siempre hay alguien más arriba en el ranking de la desgracia y la miseria.
Por... Arturo Roa
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