jueves, 25 de marzo de 2010

Ostentación y petulancia en “¿Quién vive ahí?”

La Sexta ha estrenado con cierto éxito el programa “¿Quién vive ahí?”. La idea no es mala. Se aprovecha sin tapujos de dos de las principales características inherentes a la condición humana: la curiosidad y la envidia. Poder entrar en la casa del vecino, aunque viva a varios cientos de kilómetros de nosotros, e ir fisgando a nuestro antojo de la ducha al sofá pasando por la cocina y la terraza, es un placer sólo tan inconfesable como real.
Y luego está la envidia, que es mala, pero muy abundante. Porque claro, las casas que salen delante de las cámaras no son unas casas cualquiera. Lujo, boato y, sobre todo, metros cuadrados a mansalva. Piscinas de película, últimos avances en domótica y un largo etcétera de ostentaciones que llaman casi tanto la atención como la petulancia de sus dueños (no todos, afortunadamente).
Ocurre que, vista la crisis que vivimos y con la soga al cuello de millones de españoles, este tipo de propuestas se me antojan fuera de lugar. Casi una llamada a la ocupación con fines socialmente terapéuticos.

Arturo Roa

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