
Pues algo parecido, salvando las distancias pertinentes, ocurre con las mascotas. Y no me refiero sólo a los impresionantes, por lo potencialmente peligrosos, perros llenos de dientes que se ven por los parques, que también, sino a cualquier pobre animal que entra confiado en casa de un desgarramantas que termina por perjudicar al bicho, a él mismo y a los que le rodean.
Tengo para mí que programas como “Malas pulgas”, que ha estrenado Cuatro esta semana y que procura enseñar a los dueños a tratar a sus animales, deberían ser de visión obligatoria en el curso de preparación para sacar el permiso que da derecho a tener una mascota. Puede que yo exagere. O puede que no.
Arturo Roa
No hay comentarios:
Publicar un comentario