Operación Triunfo es de todo menos un programa musical. Sí hay música, cantantes y canciones, pero son accesorios, lo importante es el espectáculo que se monta entre presentador, profesores y jurado. Y esto no siempre ha sido así, o al menos no en esa medida. Lo que ocurre es que este año los niveles de audiencia han bajado de forma peligrosa y alguien se ha dado cuenta de que la polémica funciona y ahora no hacen más echar leña al fuego.
Tanto es así, que uno ya no sabe cuándo es teatro y cuándo las broncas son reales. Hay una consigna para que al monstruo no le falte de nada, y cualquier excusa es buena. En la última emisión, Risto Mejide la montó al afirmar que, en las nominaciones, el concursante Jon Allende se salvó en el último momento debido a una «orden de Toni Cruz por el pinganillo». Toni Cruz es el productor de OT. El jefe. Y ante semejante acusación, lo único que ha dicho es que Mejide se equivoca y que se aclarará en el programa. Cualquier otro jefe hubiera mandado a Mejide al cuerno. En OT las cosas no son lo que parecen.
Por... Arturo Roa
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